UN CATECISMO PLÁSTICO. EL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN. PARTE 7, Estudio iconológico del presbiterio. El cilindro absidial. Letanías y símbolos marianos
EL CILINDRO ABSIDIAL. LETANÍAS Y SÍMBOLOS MARIANOS
La decoración del
ábside la completan un total de quince letanías y símbolos marianos. Toda esta
decoración tiene un tratamiento complementario y se utiliza para rellenar
determinados espacios arquitectónicos, pero en ningún modo debemos considerarla
marginal (en el sentido baltrusiano), sino que adquiere un amplio valor en el
contexto de todo el ábside y de la advocación del templo. La podemos dividir en
tres zonas: los muros frontales que sostienen el arco del ábside, el extradós
del arco del ábside y la zona del cilindro situada sobre los pares de santos.
Los dos muros
frontales, ideados por el pintor Francisco Labarta, muestran unos relieves
dorados sobre fondo negro, con abundantes elementos complementarios, que de
abajo hacia arriba están decorados con unos grandes cálices, sobre plataformas
y con asas profusamente ornamentadas, de los que sobresalen muchas espigas y
racimos de uva, que atraen la atención de dos palomas. Por encima de todo ello
un nuevo cáliz cerrado sirve como base a un tercero del que surge abundante
fuego. En la parte más alta, dos angelotes que desprenden rayos de luz,
delimitan sendos medallones en los que a un lado se lee la palabra Salve y al otro Mater, que son un saludo devocional a la Virgen María, divulgado a
través de diversas oraciones. Los tres cálices o vasos sagrados podrían ser
otras tantas referencias a las letanías marianas (vaso espiritual, vaso digno
de honor y vaso de insigne devoción), pero, en el contexto del presbiterio y con
la ornamentación complementaria que aportan, es más lógico pensar en la
representación eucarística y en el símbolo de la Redención[1].
Cálices del lado de la Epístola |
El vaso inferior[2]está
lleno a rebosar de espigas y uva, que son los productos básicos para la
elaboración del pan y del vino, que a su vez son los elementos de la Eucaristía,
a través de la que por la transubstanciación se convierten en el cuerpo y la
sangre del Señor contenidos en el segundo cáliz. El tercer vaso muestra una
jubilosa explosión de fuego[3],
que entronca con la misma devoción de este santuario al Sagrado Corazón de
Jesús.
En el extradós del arco
del ábside, entre figuras de angelitos que actúan como sustentantes, se
representan nueve medallones[4]
con breves textos en latín con algunos de los principales títulos de la Virgen
ordenadamente colocados. En la clave del arco se muestra el principal y más
importante de ellos: MATER CHRISTI (Madre de Cristo), es decir, a la Virgen
María, siguiendo los escritos de San Agustín[5] se
la define como Madre de Cristo, ya que, entre todas las mujeres, es la única
que no sólo en el espíritu sino también en el cuerpo fue Madre y Virgen de
Cristo (Dios hecho hombre verdadero) y, como tal, también madre nuestra (de los
cristianos)[6].
A izquierda y derecha
del medallón central, en lugar preferente se muestran otros dos títulos básicos
de María, insistiendo en su figura como Madre[7]: MATER
CREATORIS (Madre del Creador) y MATER SALVATORIS (Madre del Salvador). Ambos,
recitados en las letanías, son la lógica consecuencia de otro de los títulos
principales de María, Madre de Dios y, por lo tanto, Madre también del Dios
Creador y del Dios Salvador, del que nos da la vida terrena y de quien nos
asegura la vida eterna, pudiéndose afirmar que en la maternidad divina de María
confluirían la creación y la salvación.
Continuando hacia los
extremos, los siguientes medallones recogen dos de los títulos relacionados con
la condición virginal de María[8]: VIRGO
POTENS (Virgen poderosa) y VIRGO CLEMENS (Virgen clemente); en referencia a
dos de sus más importantes cualidades, la del poder de intercesión ante el
Corazón de su Hijo y la de su inmensa misericordia como Madre nuestra.
Siguen otros dos
medallones que citan dos de los múltiples títulos que, personificados en
objetos, se han concedido a María[9]: JANUA
COELI (Puerta del Cielo) y STELLA MATUTINA (Estrella de la mañana). Puerta del
Cielo en cuanto a personificación de la Iglesia e intercesora ante su Hijo y
Estrella de la mañana en cuanto referencia y camino a seguir para alcanzar la
santidad.
En la zona más baja del
arco se muestran otro par de medallones en los que se hace referencia a dos
títulos que son cualidades de María[10]:
CONSOLATRIX AFFLICTORUM (Consuelo de los afligidos) y REFUGIUM PECCATORUM
(Refugio de los pecadores), que muestran el papel misericordioso de María para
con los que están tristes y para aquellos que se reconocen como pecadores, muy
en consonancia con las imágenes de la bóveda.
Emblema de la "Puerta del Cielo" |
Por encima de los pares
de figuras de santos que se distribuyen en el tronco del ábside se muestran
unos relieves en los que va esculpida la figura de un gran ángel portando un
medallón, en cuyo interior se representa una figura de trazado muy geométrico. Dichos
ángeles y medallones son seis, uno por cada grupo de teólogos, y en su interior
se reproducen otros tantos objetos que son considerados títulos o atributos de
la Virgen María. Comenzando por el lado del Evangelio, encima de San Cirilo y
San Juan Damasceno se muestra una puerta que se referiría al título de Puerta del Cielo recogido en las
letanías y que tendría su contrapunto en la Puerta
cerrada (Porta clausa) que citaba Ezequiel[11] y
que en muchas obras de arte aparece como atributo de la Virgen en su condición
de Inmaculada[12].
Emblema de "Estrella de la mañana" |
Sobre la pareja formada
por Santo Tomás de Villanueva y San Ildefonso está esculpida una estrella, que
se refiere al título de “Estrella de la mañana”. Este título, al igual que el
anterior, se repite en la arcada. Originalmente es un título asociado a la
figura de Cristo[13],
pero que luego se ha transmitido a su Madre, que sería la estrella que
anunciaría la llegada del día (Jesús). En este caso, si existió la intención de
no repetir el mensaje, también podría referirse al título de Stella Maris
(Estrella del Mar)[14],
muy utilizado como símbolo de la Virgen, aunque no recogido en las actuales
letanías.
Emblema de "Trono de la sabiduría" |
Encima de las figuras
de Santo Tomás de Aquino y San Anselmo se muestra el relieve de un trono en
referencia al título de “Trono de la sabiduría”, en el que se combinaría la
figura de la Madre como trono y la del Hijo como personificación de la
sabiduría, de modo que María sería el trono o sede que acogería a Cristo al
hacerse hombre[15],
impregnándose de toda su sabiduría que luego transmitirá a la Iglesia.
Emblema del "Arca de la alianza" |
En el lado de la
Epístola, sobre San Isidoro y San Bernardo aparece el relieve de un arca en
referencia al título de “Arca de la alianza”, utilizado como símbolo de María
porque era el bien más preciado para el pueblo de Israel, como repetidamente se
hace constar en el Antiguo Testamento [2 Sam 6, 1-2; 1 Re 8; Heb 9,4], ya que
significaba la presencia de Dios, porque en su interior se guardaban las Tablas
de la Ley que Yahvé había entregado a Moisés, al igual que María guardaba en su
interior a Jesús.
Emblema de la "Rosa mística" |
Sobre la pareja formada
por San Efrén y San Buenaventura está esculpida una rosa, en referencia al
título de Rosa mística, que es una de
las alabanzas utilizadas en las letanías marianas y que va muy asociada a la
figura de la Virgen, con la que habitualmente se la identifica desde los
primitivos cristianos, que se inspiraron en el Cantar de los Cantares[16].
Emblema de la "Torre de David o de marfil" |
Encima de las figuras
de San Bernardino y San Pedro Damián se muestra el relieve de una torre que
posiblemente se refiere al título mariano de Torre de David[17],
aunque también pudiera simbolizar la Torre
de marfil. Una torre es inexpugnable y está dotada de grandes sistemas
defensivos, pero además la Torre de David es la torre contrapuesta a la Torre
de Babel, la torre que sí que permite alcanzar el cielo y en la que se queda a
salvo de las tormentas.
Texto y fotografías de Manuel Siurana Roglán
NOTAS:
[1] En la iconografía cristiana el cáliz es el atributo de la Fe personificada, pero también de la Redención, porque en él se recoge el cuerpo y la sangre de Cristo, que por tal objetivo murió en la cruz.
[1] En la iconografía cristiana el cáliz es el atributo de la Fe personificada, pero también de la Redención, porque en él se recoge el cuerpo y la sangre de Cristo, que por tal objetivo murió en la cruz.
[2] El vaso totalmente lleno recuerda al antiguo tema de
la Abundancia, que en el cristianismo
se asociaba con las virtudes de la paz, la justicia, el bienestar y el buen
gobierno y solía representarse después de las épocas convulsas, por lo que
encajaría perfectamente en el año en que fue esculpido (1943).
[3] En la imaginería cristiana un vaso o cáliz del que
sale fuego es el atributo de la caridad entendida más como Amor Sagrado que
como dar limosna a los pobres; en tanto que un vaso abundante representaría la
virtud de la caridad hacia el prójimo.
[4] El arquitecto Alberto Abaurrea en la memoria que
redactó en 2002 para la restauración del santuario hace notar la influencia que
los medallones realizados por el arquitecto Bramante en uno de los arcos de la
iglesia de Santa María de la Gracia de Milán ejercieron en el proyecto de Durán
y Reynals, que no dudaba en apartarse de las directrices bruneleschianas si
otros autores le podían aportar elementos más adecuados a sus objetivos, que en
este caso estarían relacionados con la voluntad de dotar de mayor dinamismo al
edificio y simbolizar las cuentas de un rosario.
[5] San Agustín: “María, Madre de Cristo y Virgen de
Cristo”, en Tratado sobre la virginidad,
1-6.
[6] Ya que la “Iglesia es su cuerpo [de Cristo] del cual
nosotros somos miembros” (Ef 5, 30).
[7] Las letanías recogen 14 títulos de María como Madre,
comenzando por el inicial Santa Madre de Dios y siguiendo por Madre de
Cristo, Madre de la Iglesia, Madre de la divina gracia, Madre
purísima, Madre castísima, Madre siempre virgen, Madre
inmaculada, Madre amable, Madre admirable, Madre del buen
consejo, Madre del Creador, Madre del Salvador y Madre de
misericordia.
[8] Las letanías engloban siete títulos de María como
Virgen, comenzando por el inicial Virgen de las Vírgenes y siguiendo con Virgen
prudentísima, Virgen digna de veneración, Virgen digna de
alabanza, Virgen poderosa, Virgen clemente y Virgen fiel. A las que
cabría unir la ya señalada en el anterior apartado de Madre siempre
virgen.
[9] Las letanías recogen varios títulos de diversa
procedencia relacionados con objetos y que han sido otorgados a María: Espejo
de justicia, Trono de la sabiduría, Vaso espiritual, Vaso digno
de honor, Vaso de insigne devoción, Rosa mística, Torre de
David, Torre de marfil, Casa de oro, Arca de la Alianza y Puerta
del cielo.
[10] Dentro de las letanías se recogen algunas cualidades
de María: Causa de nuestra alegría, Salud de los enfermos, Refugio de
los pecadores, Consuelo de los afligidos y Auxilio de los cristianos.
[11] El profeta Ezequiel (Ez 44, 1-2) indica que Me llevó al pórtico exterior del templo, que
mira hacia oriente, pero estaba cerrado. Y el señor me dijo: este pórtico
estará cerrado y no se abrirá, porque por aquí ha entrado el Señor, el Dios de
Israel; por tanto estará cerrado. Esa puerta cerrada sería la situada en la
parte oriental del Jardín del Edén citada en el Génesis (Gn 3, 24) y que
significaría la entrada en el cielo, ahora posible con la Maternidad Divina y
con la intercesión de María.
[12] Otras cualidades similares son Jardín cerrado (Hortus
conclusus) o Espejo sin mancha (speculum sine macula), todo ello en referencia
a la virginidad de María.
[13] En todas las culturas antiguas era muy corriente la
simbolización de las divinidades como estrellas, el cristianismo adoptó la idea
de forma simbólica y en el Apocalipsis (Ap 22,16) se indica Yo Jesús… soy… la estrella radiante de la
mañana.
[14] El concepto Stella Maris procede del significado
hebreo del nombre Miriam o María.
[15] En el arte románico se define la figura de la Virgen
como Virgen-trono, ya que en ella prevalece más la actitud regia y solemne que
la materna.
[16] El Cantar de los Cantares es una fuente inagotable de
simbología para la Virgen María. En relación con temas florales en Cant 2, 1-2
se cita a la amada como narciso de Sarón, azucena de los valles y azucena entre
espinas. Dante en la Divina Comedia también se hace eco de esa alabanza mariana,
refiriéndose a ella como la rosa en que
el verbo divino carne se hizo [Dante, La Divina Comedia, El Paraíso, Canto
XXIII].
[17] El título de Torre de David procede del Cantar de los
Cantares (Cant 4,4).
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