PREGÓN DE LAS FIESTAS DE VALDERROBRES. 14 DE AGOSTO DE 2007
Manuel Siurana Roglán
Señor alcalde, Corporación Municipal, reina y damas de honor; autóctonos y foráneos. En primer lugar quiero agradecer en nombre de la Asociación Cultural para la Recuperación del Patrimonio de Valderrobres la invitación para que esta Asociación abierta y plural pronunciara el pregón de las fiestas de 2007, después de que durante la mayoría de años esta tarea haya recaído en personas sin ninguna o escasa vinculación con nuestro pueblo. Por lo que nuestra misión es de gran responsabilidad y por ello os pido el máximo silencio para que las personas que lo deseen puedan escucharme.
Hace unas décadas, de manera muy acertada, Valderrobres fue bautizado como tierra de romance, historia y arte.
Valderrobres es tierra de romance, de música y de poesía, de grandes compositores como Miguel Celma, Ambrosio Ferrer, Pedro Real; de una impresionante soprano como Elvira de Hidalgo y de cientos de músicos anónimos que han formado parte de bandas, agrupaciones musicales, tunas, grupos de jota y corales.
Valderrobres es tierra de historia, ya que a sus restos prehistóricos e ibéricos, suma la reconquista por el rey y para el reino de Aragón en el siglo XIII y la cesión como feudo definitivo del arzobispado de Zaragoza en 1307, hace ahora 7 siglos. Además, aquí se celebraron Cortes en el siglo XV. Aquí hubo un sínodo diocesano en el XVI. Aquí se vivieron intensamente la revolta catalana, la guerra de sucesión y la guerra de la Independencia, por aquí se enseñoreó el Tigre del Maestrazgo. Y aquí en definitiva pasaremos a la historia y a todos se nos recordará en los siglos venideros por haber celebrado el VII Centenario y por haberse iniciado las obras de reconstrucción de nuestra iglesia.
Valderrobres es tierra de arte y con solo abrir los ojos y mirar a nuestro alrededor lo podemos comprobar. Nuestra iglesia es uno de los mejores ejemplos del gótico en Aragón. Nuestro castillo destaca como uno de los mejores palacios medievales. Y qué decir de nuestro ayuntamiento renacentista, o del puente de piedra, del portal de San Roque, del Portal de Vergós, de la Fonda, de nuestras calles, de tantas cosas…
Pero el eslogan se quedó corto. Porque Valderrobres es además tierra de paisajes y naturaleza. Rodeado de montañas de gran valor ecológico, de rincones pintorescos desde los Puertos hasta el Sol del Terme, desde la Partida de los Santos a la de Santa Magdelana. Con lugares irrepetibles como la Caixa, los cauces de nuestros tres ríos Matarraña, Pena y Tastavins, el pantano y su entorno, nuestra parte del Salt, el Tosal de Rey y San Miguel o les Moles.
Y Valderrobres es en definitiva tierra de hombres y mujeres. Abnegados y luchadores. Aluvionales, pero inmediatamente integrados, constructivos, sanos, acogedores, festivos, humildes, pero orgullosos de su pueblo, de su historia y de su arte. Hombres y mujeres que durante siglos han sabido unirse y asociarse para emprender juntos objetivos económicos, sociales, culturales o lúdicos. Sabedores de que un pueblo unido es capaz de conseguir todo lo que se proponga, como lo demuestran algunos ejemplos muy vivos como las cooperativas del vino y del aceite, el Grupo Arcoiris, el grupo Aires del Matarraña, las Cofradías de la Semana Santa, la Banda de Música, el Club de Fútbol y los equipos de categorías inferiores, la Peña Taurina, la Asociación de Cazadores, REPAVALDE o las acabadas de nacer, Asociación de Interpeñas y Grupo de Teatro La Ma Peluda. Este asociacionismo ejemplar ha de ser la bandera que lleve a Valderrobres a liderar, como no puede ser de otra manera, la Comarca del Matarraña, por su centralidad, por su población y por el dinamismo de sus gentes, de todos nosotros.
Liderazgo que también debiera serlo en lo cultural. Nuestra comarca es una de las pocas con capitalidad cultural segregada, lo que debe obligarnos a reflexionar sobre cuáles han sido nuestros merecimientos y cuáles han de ser nuestros retos, en los que el papel de los jóvenes ha de ser decisivo partiendo del esfuerzo en el estudio, perfectamente compaginable con la diversión y el alborozo, que no alboroto. Por ello a vosotros pequeños y jóvenes os reto al esfuerzo en las aulas para que fructifique en una provechosa Operación Triunfo.
Estamos en puertas de nuestras fiestas mayores. Valderrobres es un pueblo de fiestas que se suceden a la par que las tareas cotidianas. Las celebraciones del inicio de año, la cabalgata de los reyes, San Antonio Abad, la matanza del cerdo, los Carnavales, Santa Águeda, la Semana Santa y sus tambores y procesiones, la pascua en el pantano, las ferias de mayo, la pascua de les sireres, los altares del Corpus, la feria de Arte y Artesanía, San Cristóbal, les festes de agost, la romería a los santos, las ferias de septiembre, el pilar, los panellets de Todos los Santos y las celebraciones navideñas son algunos ejemplos, a los que habría que sumar otras fiestas ya perdidas, como la romería a la ermita de Santa Magdalena o la sin duda más peculiar de todas: la romería y fiesta de San Miguel de Espinalbar.
Pero las fiestas no siempre han sido igual como ahora las vivimos. En el siglo XVI una de las fiestas básicas que celebrábamos era la de la Virgen del Rosario en los meses de mayo y de octubre. En ella las muchachas solteras, acompañadas de una casada y una viuda, elegantemente vestidas y con canastillos de flores, hacían plegas; luego se realizaban subastas, bailes al son de la gaita y el tabal, representaciones teatrales, se repartía pan bendito, se hacía procesión, se contrataban juglares, cantores y bailadores con cascabeles, se lanzaban cohetes voladores y tiros al aire con arcabuces. Se hacían comidas de hermandad, como la de 1659 en que se utilizaron una carga de leña, carne, 2 corderos, dos capones, dos gallinas, 4 conejos, 2 quesos, 54 huevos, pimienta, azafrán, 9 libras de miel, cántaro y medio de vino blanco, 9 cuartales de ordio, 9 libras de arroz, 9 cántaros de vino tinto y un cahíz de trigo.
A mediados del siglo XIX, en las fiestas se realizaban bailes en las calles al son de la dulzaina y el tamboril tanto la noche de la víspera de la fiesta como la tarde y noche del día correspondiente. Destacando de entre todas, la fiesta del barrio del Camen que se celebraba junto con la fiesta de los mozos solteros, con bailes y una corrida de toros.
Las fiestas modernas comenzaron en los años cuarenta del siglo XX, con repiques de campanas, dianas-pasacalles por la banda de música dirigida por el tío Carbonet, corridas de toros, carreras pedestres, reparto de bonos entre los pobres de la localidad, jotas de ronda, pase de películas en el Cine Avenida y en el Cine Dorado, partido de fútbol, jota, misas, procesiones, fuegos artificiales, tracas, cohetes y bailes, muchos bailes (por la mañana, por la tarde, por la noche) en esta plaza, en la placeta de Santa Águeda, en la glorieta del puente de hierro, en el cruce o en los salones de Educación y Descanso, donde ahora está la casa de Cultura. Eran años de dos o tres días de fiesta, que en muchas ocasiones se prolongaban de forma espontánea con la fiesta de los casados y la fiesta de los solteros.
En los cincuenta llegó la orquesta Reggi Club y se celebró la primera exposición de pintura del joven artista local Ángel Amela en las escuelas del Puente de Hierro. Se introdujeron las cucañas, el disparo de granadas japonesas y las carreras de cintas en motos o bicicletas para los niños y jóvenes y reapareció la comparsa de gigantes y cabezudos, después de que la anterior hubiera sido destruida en la revolución de 1933.
En los sesenta se hicieron concursos de twist, el baile moderno de la época, llegó la orquesta Ritmo y Melodía, y los bailes se trasladaron al Cine Avenida. Las fiestas se ampliaron a cuatro días y recibieron un nuevo impulso con la irrupción de la llamada colonia catalana, con Campanals a la cabeza. Comenzó el tiro al plato y los efímeros concursos de tractores. Los toros pasaron sucesivamente del jardín de las escuelas, a la plaza y calles adyacentes y a la plana. Y luego desaparecieron, al igual que el fútbol. En 1964 se nombró a la primera reina de las fiestas, la señorita María Teresa Llompart. Y a partir de 1968 se nombró la primera reina anual y sus damas de honor, sin interrupción hasta hoy. El cine Montecarlo sustiyó al Dorado y se construyó la pista de baile, inaugurada en 1970 con la actuación de José Guardiola.
Con los setenta nacieron la discoteca Adineva, las misas baturras, los concursos de morra aragonesa, los concursos de natación en las piscinas naturales del Matarraña y los concursos de tenis o pelota en el frontón. También vieron la luz las peñas, con la Revoltina y después los Pebrots, la Pantera Rosa, la Berenjena y nuestra Gran Cascada. Ante el clamor popular reaparecieron las vaquillas, ahora en el pedregal y luego en el actual Instituto. En 1975 sufrimos un famoso apagón que nos privó de la primera noche de fiestas y las del 76 fueron las fiestas más largas que recordamos, pues duraron desde el 14 al 21 de agosto.
Los ochenta trajeron las exhibiciones de motos y de karts, los toros de fuego, Janio Martí, los Bandors, los concursos de guiñote y ajedrez, los vinos de honor y Pajaritos y sus locuras. Los concursos de natación se trasladaron a las piscinas municipales. Nació Interpeñas y comenzaron los parques infantiles y los campeonatos de fútbol sala.
Con los noventa llegaron los toros al amanecer y las corridas de toros, la orquesta Nueva Etapa, las efímeras fiestas de la espuma, los concursos de petanca, las actuaciones musicales en el recinto de las piscinas municipales, la Banda Comarcal San Antón y la charanga Armonía.
Más recientemente han venido las borricadas y las batucadas. Y aquí estamos, dispuestos a disfrutar un año más, cada uno a su manera.
Así pues, como tantos años se ha hecho, valderrobrensas, valderrobrenses, gritad conmigo ¡Viva la Virgen de la Asunción! ¡Viva San Roque!, ¡Viva les festes d’agost!, ¡Viva Valderrobres!
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