"¿SÓLO PIEDRAS?", POR MANUEL SIURANA ROGLÁN
Como es bien sabido, entre 2008 y 2009 se efectuó la reconstrucción del tercer tramo de la iglesia parroquial de Valderrobres. Durante la ejecución de las obras se recuperaron miles de bloques de piedra que habían sido utilizados para levantar el muro que durante más de cien años separó la zona útil de la iglesia de su parte derruida. La mayoría de esos bloques procedían del pavimento y de la antigua bóveda del hastial, pero también los había de los muros sur y oeste. Otros bloques estaban desperdigados por el tercer tramo, en algunos casos bajo la tierra, los excrementos y la vegetación acumulada después de varias décadas de abandono y en otros casos semihundidos o a plena vista.
Con muy buen criterio, siguiendo las órdenes de la dirección de obra, los albañiles recuperaron de forma manual, uno a uno todos los bloques y los depositaron en diversas zonas de la iglesia, clasificándolos según su utilidad, al objeto de poder ser reaprovechados para la ejecución de las obras. En ese proceso clasificador se tuvo también en cuenta la separación de aquellos bloques que mostraban algún elemento ornamental y para los que no se había podido encontrar una ubicación precisa. Fruto de todo ello fue que, una vez finalizadas las obras, por expreso deseo de la Asociación Cultural REPAVALDE, que tuvo que defender su opinión ante el arzobispado, quedaron 188 bloques de piedra en el interior de una de las capillas del templo.
Durante el verano de 2009 procedí a la limpieza, medición, fotografía, numeración, catalogación y clasificación de todos los bloques. Ardua tarea teniendo en cuenta las dificultades para moverlos y la suciedad acumulada sobre ellos, pero los resultados fueron lo suficientemente satisfactorios como para compensar las horas dedicadas a ello. Además se produjeron importantes sorpresas no previstas, ya que, entre los bloques que se encontraban en el tercer tramo aparecieron restos que se habían depositado allí al acabar la Guerra Civil y que pertenecían a algunos monumentos destruidos a partir del 25 de julio de 1936.
De las 188 piezas estudiadas, 23 aparentemente carecen de valor por tratarse de bloques imprecisos o piezas muy fragmentadas. Las 165 restantes son piezas que pueden ser claramente atribuibles, aunque las haya de mayor o menor calidad o tamaño. Como sería excesivamente prolijo realizar una enumeración detallada de cada bloque, procederé a escribir sobre los elementos más destacados.
1. Columnas.
Los fragmentos pertenecientes a los fustes de las columnas han sido muy numerosos, distinguiéndose tres tipos: los acanalados, los cilíndricos y los octogonales.
Los fragmentos de fuste acanalado pertenecen todos ellos a una única columna de uno de los cruceros de la localidad de Valderrobres, a la que faltaría otro fragmento. Ofrecen la curiosidad, también repetida en otros cruceros, de que en la base el fuste es plenamente cilíndrico hasta una altura de 20 centímetros en que se transforma en estriado hasta que vuelve a transformarse en acanalado. En su parte superior finaliza de nuevo de forma cilíndrica con unas hendiduras a diversas alturas.
Los fragmentos de fuste octogonal son muy numerosos y probablemente formaron parte de tres columnas diferentes, perteneciendo la mayor parte de ellos a las cruces de término de nuestro pueblo. Entre los fragmentos existen basas y zonas de unión con los capiteles, que son los que tienen mayor interés arqueológico. Así pues destacamos un bloque monolítico de 1,30 metros que comienza siendo cuadrado para encajar en el pilón que soportaba la cruz y que, con el achaflanamiento de las esquinas, adquiría el aspecto octogonal. También destaca otro fragmento que es la parte alta y final del fuste y el equino correspondiente que presenta un hueco interior para el encaje del capitel superior.
Los fragmentos de columnas cilíndricas no pertenecen a cruces de término, sino que eran parte de columnas, algunas de gran diámetro que estaban situadas en los altares del interior de la iglesia.
2. Capiteles y cruces.
Algunos de los mejores restos que han aparecido han sido los capiteles de dos cruces de término y los fragmentos de dos cruces.
Uno de los capiteles de manera indiscutible es el del crucero que estaba en la plaza de la iglesia, ya que coincide con la descripción que de él realizó Matías Pallarés en su libro titulado “La Caja de Valderrobres o Peña de Aznar La Gaya. Noticias históricas de Valderrobres...”, a principios del siglo XX. Muestra dos escudos sostenidos cada uno de ellos por sendos ángeles, que dan la espalda a sus colegas. Los escudos son un roble, en referencia al nombre de nuestro pueblo (sería el más antiguo hallado hasta ahora), y tres semiesferas, en referencia al escudo del que fue arzobispo de Zaragoza entre 1347 y 1351, don Guillermo de Agrifolio, quien, por cierto, nunca llegó a ocupar de facto la sede cesaraugustana. Precisamente este escudo es el que permite la datación cronológica de la cruz en una época en la que se habría concluido la primera etapa constructiva de la iglesia parroquial.
El segundo capitel parece más moderno, tal vez del siglo XVII. En sus cuatro esquinas está rematado por preciosas volutas y en la parte superior de cada una de las cuatro caras aparece esculpido un putto (cabecita de angelito con alas). La parte principal de cada una de las caras muestra decoración antropomórfica, aunque en una de ellas se ha perdido completamente, siendo imposible distinguir lo que en ella se había representado. Las otras tres caras presentan respectivamente al arcángel San Miguel, con sus alas y su lanza, a una mujer y por último a dos hombres con elegantes ropajes. A pesar de carecer de más elementos de identificación, cabe deducir que por una parte se trataría de Santa María Magdalena y por otra de los Santos Abdón y Senén. De esta manera la cruz a la que pertenecía este capitel marcaría los caminos hacia las partidas de los Santos, San Miguel, Santa Magdalena y el núcleo urbano.
También son de especial interés tres fragmentos de una misma cruz de piedra, cuyo brazo inferior muestra una punta de lanza y que el remate de cada uno de los brazos era trilobulado, dejando un hueco central en forma de rombo curvilíneo.
Así mismo se han recuperado dos fragmentos de la cruz que remataba el crucero de la plaza de la iglesia, en cuyos extremos mostraba florones góticos y en el que se conserva, que es un brazo horizontal de la cruz, aparece un ave, que podría representar a una de las figuras del Tetramorfos.
3. Molduras de los nervios de bóveda.
Son piezas que pertenecían a la zona de la iglesia que se hundió (tercer tramo y capilla de Santiago), pero que por tener diversos niveles de deterioro no han sido repuestas en su antiguo emplazamiento y se han sustituido por piezas nuevas.
4. Fragmentos de la portada oeste.
Son varias piezas curvilíneas que muestran decoración foliada.
5. Fragmentos de un rosetón.
Se trata de nueve piezas curvilíneas pertenecientes a las molduras de un rosetón, que tenía decoración vegetal en el intradós. Al no coincidir su decoración con la del rosetón que se halla situado en la cara oeste de la iglesia, son atribuibles al rosetón que se ha reconstruido en el tercer tramo.
6. Fragmentos de una ventana.
Existen decenas de pequeños fragmentos con las molduras y columnillas de una típica ventana gótica, destacando por encima de todos un gran fragmento de la tracería flamígera perteneciente a una ventana de luz y flecha similar a la que se encuentra en la capilla del primer tramo de la iglesia, aunque estilísticamente es más evolucionada. Todos estos trozos justificarían sin género de dudas la existencia de una ventana en la pared central de la capilla de Santiago, de similar tamaño a la situada en el primer tramo. Aunque, desgraciadamente en la restauración de los años ochenta no se tuvo en cuenta.
7. Peldaños de altar.
Han aparecido diversos peldaños con molduras frontales y perfil curvilíneo, que encajan unos con otros formando dos grupos, uno cóncavo y otro convexo y que pertenecerían a sendos altares.
8. Moldes de arcilla.
Varios moldes de arcilla pertenecientes a la reconstrucción de 1980, que reproducen capiteles y una clave.
9. Dovelas de arcadas.
Se han contabilizado varias dovelas que formaban al menos tres arcadas de medio punto, que posiblemente delimitaban el acceso a una de las capillas del tercer tramo. Dichas dovelas muestran decoración a base de puntas de diamante en sus frentes e intradós.
10. Columnas del retablo.
El antiguo retablo del siglo XVI que fue destruido en la guerra civil sustentaba sus puertas sobre cuatro grandes columnas (dos y dos), que han reaparecido tras las obras. Una de ellas está completa y las otras aparecen fragmentadas, si bien en un caso se conservan sus dos fragmentos completos.
11. Ménsulas.
Hay varias ménsulas que formaban parte de la decoración de los altares que existían en las diversas capillas del templo. Todas ellas tienen un interés relevante, pero destacan un grupo de cuatro que muestran el anagrama de la Virgen María y pájaros. Otras dos, más clásicas y de mayor tamaño, también forman pareja.
12. Fragmentos del sarcófago gótico.
Personalmente me había ocupado varias veces del estudio y descripción del sarcófago gótico de la iglesia de Valderrobres (en el programa de fiestas de 1978 y en la “guía interpretativa de la iglesia y del castillo de Valderrobres”), por lo que para mí fue un gran hallazgo cuando al catalogar la pieza 106 intuí que podía pertenecer al antiguo sarcófago, lo cual no podía haber imaginado previamente. De hecho, unos días antes ya había catalogado provisionalmente las piezas 48 y 99 sin haberme percatado de su procedencia. Tras la intuición me apresuré a cotejar las piezas con fotografías antiguas y pude confirmar su origen. Luego aún aparecieron dos fragmentos más.
Se trata del sarcófago gótico que estaba situado en el lado del Evangelio del ábside y que en realidad era un osario con la imagen de un obispo yaciente en la tapa. Las investigaciones realizadas hasta la fecha no permiten atribuirlo a ningún obispo o arzobispo de Zaragoza, ni tampoco a un recipiente para reliquias, ya que en todos los inventarios consultados de la parroquia no se menciona su existencia. La última hipótesis que podemos apuntar es que se tratara de algún obispo o arzobispo del siglo XIII que hubiera nacido en Valderrobres.
13. Escudo del arzobispo Don Hernando de Aragón.
Este escudo ya se había localizado previamente y se conservaba en la antigua casa parroquial, pero antes de su venta fue trasladado a una vivienda particular, donde se guardó hasta la actualidad. Probablemente se trataba de un capitel de una de las columnas laterales del distribuidor de la primera planta del castillo.
14. Otras piezas de piedra.
Se han recuperado fragmentos de gárgolas, canecillos, antefijas y otros elementos arquitectónicos de valor diverso. Entre los que cabe destacar un bloque con un interesante decoración ajedrezada y una cabeza de una pequeña gárgola.
15. Otros materiales.
También se han conservado materiales cerámicos medievales de relleno y fragmentos de otros más modernos del interior de la iglesia, además de vidrios, hierros y maderas de menor interés.
Todos estos fragmentos nos permiten conocer un poco más la historia y el patrimonio de nuestra localidad y gracias a ellos podremos acometer la realización de réplicas bastante fieles de la cruz de la plaza de la iglesia y del sarcófago gótico. Además los bloques originales más destacados, una vez restaurados, quedarán expuestos de manera ordenada en el interior de la iglesia.
Con muy buen criterio, siguiendo las órdenes de la dirección de obra, los albañiles recuperaron de forma manual, uno a uno todos los bloques y los depositaron en diversas zonas de la iglesia, clasificándolos según su utilidad, al objeto de poder ser reaprovechados para la ejecución de las obras. En ese proceso clasificador se tuvo también en cuenta la separación de aquellos bloques que mostraban algún elemento ornamental y para los que no se había podido encontrar una ubicación precisa. Fruto de todo ello fue que, una vez finalizadas las obras, por expreso deseo de la Asociación Cultural REPAVALDE, que tuvo que defender su opinión ante el arzobispado, quedaron 188 bloques de piedra en el interior de una de las capillas del templo.
Durante el verano de 2009 procedí a la limpieza, medición, fotografía, numeración, catalogación y clasificación de todos los bloques. Ardua tarea teniendo en cuenta las dificultades para moverlos y la suciedad acumulada sobre ellos, pero los resultados fueron lo suficientemente satisfactorios como para compensar las horas dedicadas a ello. Además se produjeron importantes sorpresas no previstas, ya que, entre los bloques que se encontraban en el tercer tramo aparecieron restos que se habían depositado allí al acabar la Guerra Civil y que pertenecían a algunos monumentos destruidos a partir del 25 de julio de 1936.
De las 188 piezas estudiadas, 23 aparentemente carecen de valor por tratarse de bloques imprecisos o piezas muy fragmentadas. Las 165 restantes son piezas que pueden ser claramente atribuibles, aunque las haya de mayor o menor calidad o tamaño. Como sería excesivamente prolijo realizar una enumeración detallada de cada bloque, procederé a escribir sobre los elementos más destacados.
1. Columnas.
Los fragmentos pertenecientes a los fustes de las columnas han sido muy numerosos, distinguiéndose tres tipos: los acanalados, los cilíndricos y los octogonales.
Los fragmentos de fuste acanalado pertenecen todos ellos a una única columna de uno de los cruceros de la localidad de Valderrobres, a la que faltaría otro fragmento. Ofrecen la curiosidad, también repetida en otros cruceros, de que en la base el fuste es plenamente cilíndrico hasta una altura de 20 centímetros en que se transforma en estriado hasta que vuelve a transformarse en acanalado. En su parte superior finaliza de nuevo de forma cilíndrica con unas hendiduras a diversas alturas.
Los fragmentos de fuste octogonal son muy numerosos y probablemente formaron parte de tres columnas diferentes, perteneciendo la mayor parte de ellos a las cruces de término de nuestro pueblo. Entre los fragmentos existen basas y zonas de unión con los capiteles, que son los que tienen mayor interés arqueológico. Así pues destacamos un bloque monolítico de 1,30 metros que comienza siendo cuadrado para encajar en el pilón que soportaba la cruz y que, con el achaflanamiento de las esquinas, adquiría el aspecto octogonal. También destaca otro fragmento que es la parte alta y final del fuste y el equino correspondiente que presenta un hueco interior para el encaje del capitel superior.
Los fragmentos de columnas cilíndricas no pertenecen a cruces de término, sino que eran parte de columnas, algunas de gran diámetro que estaban situadas en los altares del interior de la iglesia.
2. Capiteles y cruces.
Algunos de los mejores restos que han aparecido han sido los capiteles de dos cruces de término y los fragmentos de dos cruces.
Uno de los capiteles de manera indiscutible es el del crucero que estaba en la plaza de la iglesia, ya que coincide con la descripción que de él realizó Matías Pallarés en su libro titulado “La Caja de Valderrobres o Peña de Aznar La Gaya. Noticias históricas de Valderrobres...”, a principios del siglo XX. Muestra dos escudos sostenidos cada uno de ellos por sendos ángeles, que dan la espalda a sus colegas. Los escudos son un roble, en referencia al nombre de nuestro pueblo (sería el más antiguo hallado hasta ahora), y tres semiesferas, en referencia al escudo del que fue arzobispo de Zaragoza entre 1347 y 1351, don Guillermo de Agrifolio, quien, por cierto, nunca llegó a ocupar de facto la sede cesaraugustana. Precisamente este escudo es el que permite la datación cronológica de la cruz en una época en la que se habría concluido la primera etapa constructiva de la iglesia parroquial.
El segundo capitel parece más moderno, tal vez del siglo XVII. En sus cuatro esquinas está rematado por preciosas volutas y en la parte superior de cada una de las cuatro caras aparece esculpido un putto (cabecita de angelito con alas). La parte principal de cada una de las caras muestra decoración antropomórfica, aunque en una de ellas se ha perdido completamente, siendo imposible distinguir lo que en ella se había representado. Las otras tres caras presentan respectivamente al arcángel San Miguel, con sus alas y su lanza, a una mujer y por último a dos hombres con elegantes ropajes. A pesar de carecer de más elementos de identificación, cabe deducir que por una parte se trataría de Santa María Magdalena y por otra de los Santos Abdón y Senén. De esta manera la cruz a la que pertenecía este capitel marcaría los caminos hacia las partidas de los Santos, San Miguel, Santa Magdalena y el núcleo urbano.
También son de especial interés tres fragmentos de una misma cruz de piedra, cuyo brazo inferior muestra una punta de lanza y que el remate de cada uno de los brazos era trilobulado, dejando un hueco central en forma de rombo curvilíneo.
Así mismo se han recuperado dos fragmentos de la cruz que remataba el crucero de la plaza de la iglesia, en cuyos extremos mostraba florones góticos y en el que se conserva, que es un brazo horizontal de la cruz, aparece un ave, que podría representar a una de las figuras del Tetramorfos.
3. Molduras de los nervios de bóveda.
Son piezas que pertenecían a la zona de la iglesia que se hundió (tercer tramo y capilla de Santiago), pero que por tener diversos niveles de deterioro no han sido repuestas en su antiguo emplazamiento y se han sustituido por piezas nuevas.
4. Fragmentos de la portada oeste.
Son varias piezas curvilíneas que muestran decoración foliada.
5. Fragmentos de un rosetón.
Se trata de nueve piezas curvilíneas pertenecientes a las molduras de un rosetón, que tenía decoración vegetal en el intradós. Al no coincidir su decoración con la del rosetón que se halla situado en la cara oeste de la iglesia, son atribuibles al rosetón que se ha reconstruido en el tercer tramo.
6. Fragmentos de una ventana.
Existen decenas de pequeños fragmentos con las molduras y columnillas de una típica ventana gótica, destacando por encima de todos un gran fragmento de la tracería flamígera perteneciente a una ventana de luz y flecha similar a la que se encuentra en la capilla del primer tramo de la iglesia, aunque estilísticamente es más evolucionada. Todos estos trozos justificarían sin género de dudas la existencia de una ventana en la pared central de la capilla de Santiago, de similar tamaño a la situada en el primer tramo. Aunque, desgraciadamente en la restauración de los años ochenta no se tuvo en cuenta.
7. Peldaños de altar.
Han aparecido diversos peldaños con molduras frontales y perfil curvilíneo, que encajan unos con otros formando dos grupos, uno cóncavo y otro convexo y que pertenecerían a sendos altares.
8. Moldes de arcilla.
Varios moldes de arcilla pertenecientes a la reconstrucción de 1980, que reproducen capiteles y una clave.
9. Dovelas de arcadas.
Se han contabilizado varias dovelas que formaban al menos tres arcadas de medio punto, que posiblemente delimitaban el acceso a una de las capillas del tercer tramo. Dichas dovelas muestran decoración a base de puntas de diamante en sus frentes e intradós.
10. Columnas del retablo.
El antiguo retablo del siglo XVI que fue destruido en la guerra civil sustentaba sus puertas sobre cuatro grandes columnas (dos y dos), que han reaparecido tras las obras. Una de ellas está completa y las otras aparecen fragmentadas, si bien en un caso se conservan sus dos fragmentos completos.
11. Ménsulas.
Hay varias ménsulas que formaban parte de la decoración de los altares que existían en las diversas capillas del templo. Todas ellas tienen un interés relevante, pero destacan un grupo de cuatro que muestran el anagrama de la Virgen María y pájaros. Otras dos, más clásicas y de mayor tamaño, también forman pareja.
12. Fragmentos del sarcófago gótico.
Personalmente me había ocupado varias veces del estudio y descripción del sarcófago gótico de la iglesia de Valderrobres (en el programa de fiestas de 1978 y en la “guía interpretativa de la iglesia y del castillo de Valderrobres”), por lo que para mí fue un gran hallazgo cuando al catalogar la pieza 106 intuí que podía pertenecer al antiguo sarcófago, lo cual no podía haber imaginado previamente. De hecho, unos días antes ya había catalogado provisionalmente las piezas 48 y 99 sin haberme percatado de su procedencia. Tras la intuición me apresuré a cotejar las piezas con fotografías antiguas y pude confirmar su origen. Luego aún aparecieron dos fragmentos más.
Se trata del sarcófago gótico que estaba situado en el lado del Evangelio del ábside y que en realidad era un osario con la imagen de un obispo yaciente en la tapa. Las investigaciones realizadas hasta la fecha no permiten atribuirlo a ningún obispo o arzobispo de Zaragoza, ni tampoco a un recipiente para reliquias, ya que en todos los inventarios consultados de la parroquia no se menciona su existencia. La última hipótesis que podemos apuntar es que se tratara de algún obispo o arzobispo del siglo XIII que hubiera nacido en Valderrobres.
13. Escudo del arzobispo Don Hernando de Aragón.
Este escudo ya se había localizado previamente y se conservaba en la antigua casa parroquial, pero antes de su venta fue trasladado a una vivienda particular, donde se guardó hasta la actualidad. Probablemente se trataba de un capitel de una de las columnas laterales del distribuidor de la primera planta del castillo.
14. Otras piezas de piedra.
Se han recuperado fragmentos de gárgolas, canecillos, antefijas y otros elementos arquitectónicos de valor diverso. Entre los que cabe destacar un bloque con un interesante decoración ajedrezada y una cabeza de una pequeña gárgola.
15. Otros materiales.
También se han conservado materiales cerámicos medievales de relleno y fragmentos de otros más modernos del interior de la iglesia, además de vidrios, hierros y maderas de menor interés.
Todos estos fragmentos nos permiten conocer un poco más la historia y el patrimonio de nuestra localidad y gracias a ellos podremos acometer la realización de réplicas bastante fieles de la cruz de la plaza de la iglesia y del sarcófago gótico. Además los bloques originales más destacados, una vez restaurados, quedarán expuestos de manera ordenada en el interior de la iglesia.
Manuel Siurana Roglán, agosto de 2010
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