EL PUEBLO PROTAGONISTA DE LA INAUGURACIÓN DE LA IGLESIA
El día 7 de abril pasará a la historia local como la fecha en que Valderrobres recuperó su iglesia parroquial original.
A las 19 horas se iniciaron los actos de inauguración, de los que se puede obtener más información visitando el apartado de noticias de esta web.
En un artículo precedente celebrábamos la futura (ahora pasada) inauguración del templo y nos extendíamos en agradecer la disponibilidad de las diversas instituciones que participaron en las obras, ya que consideramos que es justo reconocer la actitud que mostraron para que pudiera llegar la obra a buen puerto.
Hoy, pasada la inauguración y mostrados todos los agradecimientos posibles, ha llegado la hora de las reflexiones. Y la primera reflexión nos dice que el pueblo de Valderrobres se merecía la restauración, pero cuando hablo del pueblo no me refiero tanto a los habitantes actuales (que también) sino a los habitantes pretéritos, a los que levantaron el templo con su esfuerzo pecuniario, con sus impuestos y donaciones al señor temporal de su territorio, a aquellos que año a año, siglo a siglo contribuyeron a mantenerlo en pie y a mejorarlo según los gustos de cada época y por último a aquellos otros que vieron impotentes como el edificio se deterioraba hasta ser derruido con la ilusoria idea de su inmediata reconstrucción. También recuerdo a esos otros, con los vicarios de turno a la cabeza, que tramitaron inútiles expedientes y solicitudes para devolverle al templo su aspecto anterior. Todos ellos juntos y en común unión, representados por los valderrobrenses de ahora, estaban presentes en la iglesia a la hora de la inauguración.
El pueblo, como conjunto de individuos pasados y presentes, fue el protagonista de todo el proceso y del acto inaugural, por más que otros a quienes llamamos “representantes” quisieran acaparar toda la atención y pretendieran hacernos creer que todo se había logrado gracias a ellos, sin tener presente que “ellos” no son más que unos administradores temporales de nuestros impuestos y donaciones que, eso sí, tuvieron el mérito (no siempre presente en todo tipo de autoridades) de hacerse eco de la demanda popular, canalizada en el año 2004 con más de 7.500 firmas, presentadas a la Diócesis y a los representantes de la soberanía popular en las Cortes Autonómicas, que a través de una Proposición No de Ley instaron al gobierno a ejecutar la obra, cuyo coste, 1.300.000 euros, apenas devuelve al pueblo (pasado y presente) una pequeña parte de su contribución histórica a la creación y conservación patrimonial y al funcionamiento de las instituciones, sea vía diezmos, primicias, alcábalas o cenas; vía donaciones; vía impuestos de todo tipo o vía márgenes de intermediación.
Manuel Siurana Roglán
Valderrobres, abril de 2009
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